miércoles, 1 de agosto de 2012

Capítulo 13

Un mal número el 13 y si no que se lo digan a Sheila que no suele tener mucha suerte. Y eso se demuestra en este capítulo (hasta aquí puedo leer). Sé que no es muy largo, pero os aseguro que el sigiuente sí lo es.
Por cierto, ya me he puesto manos a la obra con el tema del dibujo del ganador, y aunque voy despacio, tal vez lo tenga para dentro de un par de días o tres. Y hoy me despido a lo Looney Tunes: ¡Esto es, esto es todoamigos! ;)



Tenía que celebrarlo y ¿qué mejor forma que escabullirme hasta mi refugio, donde había sacado la foto que había hecho todo posible? Era una buena oportunidad, pues estaba sola en mi habitación por primera vez desde hacía dos semanas. Sonreí ante la idea de poder volver a mi lugar preferido en el mundo. Volver a oler las flores silvestres, sentir el sol en mi piel, oír el viento entre las hojas… Sin duda deseaba con todo mi corazón realizar esa excursión y no me lo pensé dos veces antes de agarrarme al árbol de huida. Por la hora que era, había varios jardineros revisando el cuidado de las plantas del jardín principal, pero me las ingenié para sortearlos  y evitar que me vieran. Después, corrí por la senda hasta asegurarme de estar lo suficientemente lejos de la mansión. Respiré hondo. Olía a libertad y a pino. Había cierta humedad en el aire y todo lo que me rodeaba era de color verde. Al poco tiempo, llegué a mi refugio. Nunca antes lo contemplé con tanta ilusión y una lágrima de felicidad recorrió mi rostro. Al fin lo había conseguido. Estaba allí. No me dediqué a limpiarlo como acostumbraba, sino que lo recorrí de arriba abajo mientras intentaba retener en mi mente el mayor número de detalles posible. Por desgracia, mi fiel amiga se había quedado en su estantería con las prisas de salir corriendo. La echaba de menos entre mis manos, pero ni siquiera eso podía empañar aquel momento de felicidad. Volvía a sentirme tranquila y segura de mí misma, algo que solo aquel lugar conseguía. Para celebrar mi regreso, fui recogiendo flores de los alrededores hasta formar un pequeño ramo multicolor para luego lanzarlas al aire y bailar bajo su lluvia.
Me alejé para mirar el jardín al completo y luego bajé la mirada hacia mi reloj. Eran las cinco menos cuarto, hora prevista para una reunión entre uno de los hombres de negocios, mi padre y Thomas Sword. Eso me daba cierto margen para no regresar de inmediato a las odiosas cuatro paredes de mi cárcel personal. Aproveché para explorar las cercanías e intentar descubrir nuevos objetivos para mi cámara.
Hacia el norte, el terreno empezaba a descender hacia el río formando empinados terraplenes. Quiso mi mala suerte que en una de las tardes más felices de mi vida, me cayera por un desnivel bastante alto. Rodé ladera abajo sintiendo la tierra clavándose en mí a un ritmo imposible hasta aterrizar a la orilla del río, así lo creí tras mojarme con el agua de la corriente. Apenas podía concretar la postura en la que había terminado, pero estoy segura de que cualquiera que me hubiera visto pensaría que estaba muerta. No era así. Y sin embargo, quería estarlo. Olía a sangre y la pierna me dolía muchísimo, igual que la cabeza. Tenía miedo de moverme por si el dolor incrementaba así que permanecí completamente quieta esperando un final, fuera cual fuese. Me sentía muy sola, lejana a todo. Creo que lloré, pero podría haber sido el agua del río la que mojaba mi cara.
Y allí me quedé durante mucho tiempo, no podría decir cuánto porque todo parecía ir más lento de lo normal. Los segundos se alargaban hasta parecer horas y las horas, días. La luz disminuía por momentos y yo seguía sin moverme. Empecé a tener frío, pues se había levantado un viento helado propio de la sierra. Incluso tiritar resentía mis doloridos músculos. De repente, oí como alguien me llamaba. Quise gritar para pedir su auxilio o quizás moverme para hacer ruido, pero mi cuerpo no me respondía y no podía salir de mi parálisis por mucho que lo intentara. Supongo que no era mi hora, ya que mi salvador se acercaba a gran velocidad. Me hablaba. Podía entender algunas palabras, pero la mayor parte carecían de significado para mí. Noté sus brazos mientras me levantaba del suelo. De nuevo, quise rogarle que me cogiera y conseguir liberarme del sufrimiento que, como temía, me produjo el movimiento. Cerré los ojos por si eso me ayudaba a soportarlo mejor, aunque no funcionó porque seguía sintiéndolo de forma más intensa si cabe. No supe lo que pasó a continuación, pues me desmayé en los brazos de otra persona a la que debía la vida.


4 comentarios:

  1. Ooh! me encanta, es genial, mmm... quien sera el salvador misterioso?¿? Y como la habra encontrado? mi teoria es que es un jardinero que la siguio, pero puedo estar equivocada...
    Me encanta esta historia, un beso grande Lucia.

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    1. Muchas gracias Lucia ^^ Lo bueno es que no tendrás que esperar mucho para ver confirmada o no tu teoría ;) Un beso

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  2. Dios mío!! Me encanta!!! Ójala no le pase nada malo... seguro que su salvador es un chico muy muy muuuuuy guapo! jaja
    Un besazoo!

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    1. Gracias cereza :) Sheila es más dura de lo que parece no te preocupes, seguro que se repone de esta. Un beso a ti también

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