lunes, 27 de agosto de 2012

Capítulo 30

¡¡¡Hola a todo el mundo!!! :D Hoy publico el capítulo número 30!! Espero llegar a la próxima decena con vuestro apoyo. Os agradezco de todo corazón que leáis mis capítulos ^^ Este, en concreto, es interesante porque en él se empiezan a vislumbrar los misterios que rodean la vida de Sheila sin que ella lo sepa. Confío en que os guste :) Hasta mañana







- ¡Sheila, espera! – exclamó Claudia. Venía acalorada por la carrera y algunos mechones se habían salido de su extraño recogido. Vestía pantalones cortos y una blusa blanca vaporosa, nada apropiada para el frío de esa noche. Se movía inquieta, como si no supiera muy bien qué hacer una vez alcanzada mi posición. Al final, me abrazó y yo le devolví el abrazo. – Siento mucho lo de antes, en serio. Es sólo que… no sé. Las cosas han cambiado mucho y… ¡Me alegro mucho de verte!

               - Yo también, Claudia. – Y no era mentira. La había echado de menos; sin embargo, aún perduraba en mi memoria sus palabras a través del telefonillo y mi sonrisa desapareció de mi rostro llevada por el viento. - ¿Qué me he perdido, Claudia?

               Conocía de sobra lo que le gustaba hablar sobre sí misma y así, tal vez, descubriría por qué mi amiga no quería tenerme en su casa. Emocionada, Claudia comenzó a andar por la calle y yo la seguí a duras penas. Nos sentamos en una terraza de un bar cercano y pidió dos coca-colas sin preguntarme nada. Las tripas me rugieron de hambre, así que devoré los frutos secos del aperitivo. Mientras, Claudia hablaba y hablaba sin que yo la prestara mucha atención, sabiendo que siempre dejaba lo mejor para el final. Y así fue.

               - De verdad que no sabes cómo siento todo esto, pero no podemos hacer nada por ti. Simplemente, no podemos. Lo siento, lo siento, lo siento.

               - ¿Por qué dices eso? ¿Ha pasado algo malo? – Ella desvió la vista, dándome la razón sin necesidad de expresarlo con palabras. Me ocultaba algo. – Venga, Claudia. Puedes contarme lo que quieras.

               - Lo sé, pero… esto es distinto. O sea, más peligroso. Nos pidieron que no te ayudáramos y…

               - ¿Me estás diciendo que ninguna de vosotras va a ayudarme? – Mi compañera se limitó a asentir con la cabeza y yo me removí inquieta en mi silla. Las lágrimas desbordaban en mis ojos debido a la rabia contenida. - ¿Quién os dijo eso?

               - No puedo decírtelo. O sea, es que… no  lo sabemos. Lo siento. – se disculpó por enésima vez. Sabía que me estaba diciendo la verdad, pero nada tenía sentido.

¿Quién estaría amenazando a mis amigas? ¿A quién tenían tanto miedo? ¿Estaría mi padre también bajo amenaza? ¿O simplemente me odiaba? Con mi vuelta a la mansión prohibida, mi única opción se había volatilizado. Nadie iba a ayudarme.

– Te deseo mucha suerte, Sheila. Cuídate.

Se levantó de su silla y la imité. Tras darme dos besos y dejar pagada la cuenta, se alejó desandando el camino hasta su portal. Vi cómo se marchaba paso a paso sin que volviera la vista atrás ni una sola vez. No le había costado mucho separarse de mi lado, o al menos esa era la sensación que me había dejado Claudia, pues en pocas ocasione nos nombró a Luz, Laura o a mí misma. Me alejé de allí, dispuesta a distanciarme de los restaurantes y todas las tiendecitas que aún seguían abiertas y, de paso, de mi pasado junto a ellas. Un pasado que alguien me había arrebatado. 

               No tenía fuerzas para seguir andando ni tampoco para llorar o desatar mi rabia. Simplemente quería descansar y olvidar por unas horas que lo había perdido todo. A lo largo de toda la avenida, había muchos bancos situados bajo la luz de una farola. Eran tan buen sitio como otro cualquiera para pasar la noche, así que me tumbé en el más cercano y enterré mi cabeza entre los brazos. El ruido del tráfico, el incansable ir y venir de gente hablando a gritos y el tintineo de los cubiertos cerraban cualquier oportunidad para el descanso, pero a mí ya me daba igual. Al fin y al cabo, ya iba a estar dolorida por estar tumbada allí, iba a seguir teniendo hambre, echaría de menos a Isabel, a Samanta, a mis amigas y después, me dormiría con la esperanza de no despertarme jamás. Cuándo y cómo ocurriera, era sólo cuestión de esperar. Y así lo hice, al menos hasta que las primeras gotas de lluvia empezaron a caer sobre la ciudad. Hasta ese momento no me había dado cuenta del frío que hacía. La temperatura había descendido mucho después de la salida de sol y ahora, con las gotas de agua mojando mis ropas, se tornaba heladora. La odiaba. Odiaba la lluvia, pero en ese momento no me pareció importante. Levanté la vista al cielo y contemplé los nubarrones que ocultaban la luna. Y fue entonces cuando comencé a llorar. Mis lágrimas se confundían con el agua de la tormenta hasta ser imposible diferenciarlas. Dejé a un lado el vacío de mi estómago y el resto de exigencias que pedía mi cuerpo. Sólo quería llorar porque al menos eso no podría quitármelo nadie. Volvía a estar sola y la tormenta era mi compañera en una noche que para muchos sería igual que la anterior o la siguiente de una semana sin sobresaltos. Me retorcí en el banco al recordar de nuevo el rostro de Isabel. Ya nunca más volvería a verla sonreír. Redoblé mi llanto y la lluvia cayó con más intensidad al oír mi lamento.

               - Hola, Sheila. – me saludó una voz.

               Creí que era un sueño. O tal vez una pesadilla creada para atormentarme. Un recuerdo para que no olvidara que la culpa era cada vez más pesada sobre mis hombros. Noté su mano sobre mi espalda y luego sobre mi cabeza. Tenía la cara apoyada sobre el respaldo del banco por lo que no pude ver la cara de mi pesadilla. Sólo notaba su mano sobre mí mientras el silencio solo era interrumpido por la lluvia y mis sollozos.

               - Vámonos.

Y sin esperar mi respuesta, me dio la vuelta y me cogió en sus brazos. No opuse resistencia porque los sueños no pueden herir realmente a nadie. Tampoco quería despertarme; es más, prefería hundirme en mis propias pesadillas que afrontar la realidad. Sabía que nos movíamos porque oía las pisadas de sus botas chapoteando en la acera. Las luces de los letreros pasaban por mis ojos sin que yo pudiera diferenciar sus letras. Simplemente eran luces que ponían un poco de color a mis sueños.

De repente, dejé de sentir el rítmico golpeteo de la lluvia. Abrí los ojos para centrarme en la figura que aún me sostenía en sus brazos. Me sentía cómoda en ellos, pues me resultaban familiares en cierto modo. Sin embargo, el pasado estaba ligado a esa familiaridad así que los volví a cerrar con la esperanza de verlos desaparecer cuando me despertara. El frío también se había disipado en parte, aunque mi chándal gris seguía mojado y se pegaba a mi cuerpo, arrancándome escalofríos. Por suerte, pronto me libré de recuerdos indeseados al sentir que me dejaba tendida sobre una superficie parecida a la de un colchón. De fondo, escuchaba voces. Dos personas discutían a unos pasos de mí.

- ¡¿Por qué la has traído?! – gritó una mujer.

- No podía dejarla allí. – respondió la persona que me había traído a dónde fuera que estuviese.

- Sí que podías. No es nuestra responsabilidad y no pienso jugarme el cuello sólo porque a ti se te haya metido en la cabeza una idea estúpida.

- Sabes perfectamente que sí es nuestra responsabilidad. ¡Por el amor de Dios, Victoria! Tenemos que ayudarla.

- No. No pienso hacerlo. – dijo la mujer a la que él había llamado Victoria.

- Pero yo sí. Te guste o no.

La discusión había acabado y oí cómo alguien se acercaba. A lo lejos, una puerta se cerró de un portazo. Aún seguía con los ojos cerrados, como buena durmiente, pero supuse que no sería Victoria quien ahora acariciaba mis rizos. Se quedó a mi lado hasta que susurró:

- Descansa, Sheila. Mañana será un nuevo día.

Y Alan se marchó de mis sueños.


8 comentarios:

  1. Que lindo! Bueno, lo primero es lo primero! Quien amenaza a Claudia y estan amenzando al padre o solo odia a Sheila?
    Escribes muy bien! Y ahora: que lindo Alan!!
    Como la cuido!
    A, por cierto, no voy a comentar en los proximos capitulos porque estoy de vacaciones! No me puedo conectar a internet!

    Besos :D

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    1. Gracias ^^ Lo averiguarás pronto Laura ;) Me alegro de que te parezca tan lindo Alan. Seguro que ahora sheila tiene menos de que preocuparse.
      No te preocupes :) Pásatelo muy bien!! :D
      Besos

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  2. Sisisisisi siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!! Lo sabia! Sabía que Alan la rescataría!! Yujuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!!! Alan quiere a Sheeeila, Alan quier a Sheeeeila! Ni responsabilidad ni corchos, la quiereeee!!!! jajaja
    Pero a ver, como puede ser su padre así de idiota?? Qué le ha hecho Sheila??!! Te he dicho ya que le odio? Porque le odiooooooooooooooo!!
    Bueno, me quedarécon lo bueno, Alaaaaaaaaaaaaaaaaaaan;) jajaja El amor siempre triunfa ante el maaaaal!!! jaja
    Un besoo

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    1. Te lo dije cereza ;) jaja Espero que así no me mates... Idiota a lo mejor es quedarse un poco corto. a mí m egustó mucho cómo le llamó Queen A: hijodefruta
      Di que sí, hay que ser optimista ^^ ¿Quién dice que Alan sea el bien? ;)
      Besos

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  3. Al fin apareció Alan!!! pero ¿quien es Victoria?, ooh quien sera...
    ¡Hay! cereza21 otra vez estoy de acuerdo con vos
    ODIO AL PADRE DE SHEILA! lo odio con toda mi alma, con todo mi ser!!!!!!.
    Pero estoy feliz porque,Alan esta con Sheila, que lindo Alan la quiere >_< que cuchu!!!

    Un besote grande, Lucia.

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    1. Te parecerá mentira, pero no lo sé jaja Tengo varias ideas, pero todavía no me he decantado por ninguna. Así que ya lo veremos ;)
      Creo que es una opinión muy generalizada. Incluso yo lo pienso XD
      Por fin están juntos, ¿verdad? ^^ Esto se va a ir poniendo interesante ;)
      Un beso Lucia

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  4. SIIIIIIIIIII!!!!!! LO SABIA!!!!!!! TE LO DIJE! TE DIJE QUE LA IBA A RESCARTAR!!!!!!!!!! Es taaaaan mono!!!! Ahora seguro que se enamoran, se casan, tienen hijos, se vengan del padre de Sheila y heredan la mansión y viene la Tita Karen a visitarles! Ahora la cuestión es... QUIEN ES VICTORIA?! Besos:)

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    1. Me lo dijiste XD Y volverán a contratar a Samanta ;) ¿qué te parece? Lo malo es que todavía les queda un laaaaargo camino si quieren que algún día ese deseo se haga realidad.
      De momento, digamos que Victoria es una aliada provisional... Besos Queen A ^^

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