domingo, 26 de agosto de 2012

Capítulo 29

Ha tardado un poco en dejarse ver, pero aquí está el capítulo 29. Me había atascado un poco con la historia, pero creo que ya he pasado ese bache (al menos hasta que aparezca otro).
Como veis, he cambiado un poco el diseño del blog, pero me gustaría que me dijeráis si es muy estrecho o que la entrada no se puede leer bien. He pensado ir incluyendo más cosas al blog como la encuesta semanal, en la cual ya podéis votar en el margen de la izquierda, o la recomendación de alguna canción. Seguiré con las reseñas y, de vez en cuando, puede que añada algún microrrelato. Si tenéis alguna sugerencia, estaría encantada de leerla en los cometarios :)
También estoy actualizando el reproductor de música porque tiene pocas canciones. El problema es que la mayoría no suenan. Si alguien me pudiera ayudar con el tema le estaría muy agradecida *-*
Espero que os guste el capítulo ^^ Hasta mañana

 




Me interné en el bosque donde esperaba tener ventaja sobre el hombre. Sabía que me seguía porque escuchaba sus pisadas y su respiración tras de mí. Intenté acelerar el ritmo para aumentar la distancia, pero la caminata y el resentimiento de mis huesos jugaban en mi contra. A mi paso, aparataba con las manos las ramas de los árboles que ralentizaban mi carrera mientras saltaba otro tipo de obstáculos. Al cabo de un minuto, tropecé con una rama del suelo y caí. El hombre no tardó en alcanzarme. Me arrastré con las manos en un último intento de alejarme, pero el me lo impidió sujetándome por los hombros. No tenía escapatoria, pues era mucho más fuerte que yo y no conocía aquella zona. El gato había cazado al ratón. Le miré aterrada, temiendo sus intenciones. De repente, me soltó y me tendió la mano.

               - Sólo quiero ayudarte. No voy a hacerte nada. – Su mano estaba abierta frente a mí, pero seguía sin confiar en su “amabilidad”. El hombre pareció notarlo porque se alejó un par pasos para darme espacio. Respiré algo aliviada, aunque sin relajarme del todo y manteniendo mis músculos en tensión en contra de las quejas de mi piel dolorida. – No voy a hacerte daño. Únicamente me pareció que necesitabas ayuda cuando te vi andando por la carretera.

               Me levanté bruscamente y noté una punzada de dolor en el tobillo izquierdo. ¡Maldita rama! Posiblemente, me lo había torcido, así que ya podía olvidarme de escapar de nuevo. Me sujeté al tronco de un árbol cercano para apoyar parte de mi peso, a la vez que vigilaba los movimientos del desconocido. Había retirado la mano que momentos antes tendía hacia mí y me observaba con sus ojos oscuros. De vez en cuando dirigía la vista hacia mi tobillo, conocedor de mis molestias. Al final, pareció cansarse de mi silencio y mi negativa porque se dio la vuelta para volver a su vehículo.

               - Muy bien, como quieras. Adiós. – se despidió.

               - ¡Espera! – exclamé. Seguía sintiendo desconfianza hacia aquel hombre, pero debía reconocer que necesitaba su ayuda. Con el tobillo torcido y el gran cansancio que arrastraba no llegaría muy lejos. Además, la idea de dormir en aquel bosque me aterrorizaba. - ¿Puedes llevarme?

               El hombre se giró hacia mí y sonrió.

               - Eso depende. ¿A dónde vas?

               - A Delois. – El desconocido se lo pensó unos segundos y después, asintió. – Gracias.

               Hizo el ademán de acercarse para ayudarme a caminar debido a mi inesperada cojera, pero le rechacé. Él no estuvo de acuerdo, aunque eso me daba igual. Llegamos al coche en menos tiempo del esperado, ya que nuestra carrera había sido bastante corta, más de lo que hubiera imaginado. Mi “salvador”, haciendo gala de ser todo un caballero, me abrió la puerta del copiloto y yo entré. El interior estaba tapizado con cuero negro y madera de cerezo, seguramente serían extras a un coche de lujo con muchas más bombillitas de las necesarias. A continuación, se subió al asiento del conductor y arrancó el motor.

               - La ciudad no queda muy lejos de aquí. Llegaremos en unos pocos minutos – informó.

               Me alegré de saberlo, al fin y al cabo, cuanto menos tiempo pasara encerrada con él mejor. La radio estaba apagada, así que el viaje transcurrió en un profundo silencio al que yo contribuí ignorando las preguntas cada vez más insistentes del conductor. Lo único que centraba mi atención era la ventanilla. Los recuerdos no dejaban de atormentarme: Isabel en ese mismo asiento, la música de la radio, el paisaje aburrido de la autopista, el olor del ambientador… En cualquier momento un coche se abalanzaría sobre nosotros y yo quedaría a merced de las llamas de nuevo. La sensación de que fuera a repetirse la historia era muy real en mi cabeza, como si en realidad fuera algo inevitable. Me obligué a mirar al frente, evitando los ojos oscuros del conductor y la vista de la ventanilla, aunque al rato, volví la vista hacia mi derecha y vigilé los movimientos del resto de vehículos. En una ocasión, me pareció ver a uno que se acercaba peligrosamente, pero sólo para adelantarnos con una velocidad suicida.

Como ya había dicho mi “salvador”, no tardé en ver el letrero anunciando nuestra entrada en la ciudad. Me relajé al contemplar los edificios que nos rodeaban y que me eran tan familiares. No noté cambio alguno en los alrededores. Quizá faltaba algún comercio o había una rotonda nueva, pero nada significativo. Aún estábamos en la periferia donde estaba segura de que me perdería, motivo por el cual me mantuve callada a la espera de estar más cerca del centro de la urbe. Mientras tanto, nos íbamos adentrando más y más en Delois, pasando infinidad de calles, plazas y gente. Habíamos llegado a una bifurcación que no había visto hasta entonces y giramos a la derecha, después a la izquierda en la siguiente y recto por una avenida de varios carriles. Al fin lo reconocía, nos encontrábamos a solo unas manzanas de la casa de Claudia. Le pedí que me dejara allí y él me hizo caso, aparcando unos pocos metros más adelante.

               - Gracias por traerme. – le dije antes de cerrar la puerta. El hombre me miró apoyado en el volante, claramente satisfecho por mis palabras.

               - No hay de qué. Mucha suerte. – se despidió y cerré la puerta.

               Me quedé de pie en la acera para ver cómo se alejaba y se perdía por la siguiente esquina. Respiré aliviada por encontrarme lejos del alcance del desconocido y me permití descansar unos minutos sentada en uno de los bancos de la inmensa avenida, bajo la sombra de un gran árbol. Por delante, me quedaba un largo camino hasta llegar a la casa de Claudia, aunque sabía que el paseo sería más agradable que ir por el arcén.  Me levanté lentamente y remprendí mi camino con pesar. El tobillo seguía molestándome mucho y no podía apoyar peso en él, por lo que medio arrastraba la pierna izquierda. Sabía de sobra que los viandantes me miraban con curiosidad, pero me daba igual. Mi único objetivo era llegar hasta la casa de mi amiga y quedarme en ella un par de días, pues no quería tampoco abusar de su hospitalidad.

Llegué al portal de Claudia cuando la noche a punto estaba de engullir a la ciudad con sus sombras. Había tardado mucho más de lo que esperaba debido a mis lesiones, pero lo más duro ya había pasado. Pulsé el botón correspondiente al piso de mi amiga y esperé. Nada. Volví a llamar, pero con el mismo resultado. Nerviosa y preocupada, lo intenté una tercera y esta vez alguien respondió al otro lado.

               - ¿Sí? – Su voz sonaba muy distorsionaba y llevaba mucho tiempo sin escucharla; pero, a pesar de todo esto, la reconocí enseguida.

               - Claudia, soy yo, Sheila. Necesito hablar contigo. ¿Puedo subir?

               - ¡No! - contestó automáticamente. Debió darse cuenta de que había sonado como una negativa demasiado rotunda porque se apresuró a añadir una excusa. – Quiero decir que… que no es un buen momento. Ya nos veremos, Sheila. Adiós. – Y colgó.

               Comprendí que era una pérdida de tiempo volver a intentar hablar con ella, así que me alejé de allí incapaz de levantar la cabeza. Me había dolido. No pude evitarlo. Ella había sido una de mis mejores amigas durante años y ahora me daba la espalda cuando más lo necesitaba. Es cierto que nuestra relación, igual que con mis otras dos compañeras, se había enfriado mucho y que desde hacía tiempo, me sentía abandonada por ellas, olvidada. Sin embargo, el rechazo de Claudia no me lo esperaba. ¿Qué iba a hacer entonces?

               Al levantar la cabeza, me di cuenta de estaba avanzando hacia la zona comercial. Si cruzaba la siguiente esquina, vería los letreros luminosos encendidos, pues la luz en el cielo  disminuía a marchas forzadas. Fue en ese momento cuando oí mi nombre. Alguien lo repetía una y otra vez y sabía quién era. Me di la vuelta y la busqué con la mirada. Venía corriendo desde su portal.

8 comentarios:

  1. Pobre Sheila. Lo que le hizo el padre, abandonandola es horrible! Y ahora ella se tendra que buscar la vida de alguna manera.
    Espero que esa Claudia la halla venido a buscar o a darle una explicacion!

    Por cierto, el cambio esta muy bien, yo ya vote, y no puedo ayudarte con lo de la musica, no se como se arregla, sorry :(
    Besos

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    1. Sí y va a ser difícil. Sobre todo para alguien que prácticamente no ha tenido que trabajar en toda su vida. Pero ya verás como se las apaña.
      Gracias ^^ No estaba segura de si os iba a gustar. No te preocupes. Seguiré intentándolo para ver si tengo más suerte. Un beso Laura

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  2. Odio al padre de Sheila!!!!!!!!!!! Le odio con todas mis fuerzaaaaaas!! Aunque creo que ys lo había dicho antes... pero no me canso de decirlo!!
    Pobre... espero que aparezca Alan prontooo!! Y se beseen!! Y se casesn!! Y se compren un chucho!! jaja Si no... te mataré! muajajaja
    Como que Claudia pasa de ella? Espero que sea ella la que viene corriendo... vamos, porque a mi me hacen eso y le mandó a tomar por ****
    jaja
    Me encanta esta historia^^
    Un besoo

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    1. No, no es la primera vez que lo dices jaja pero vamos que podríamos repetirlo mil veces y seguiría siendo verdad.
      No le queda mucho, pero no les veo casados en un futuro a corto plazo. Ya veremos ;) Plis, no me mates :(
      Claudia os debe a todos, incluyendo a Sheila, una explicación y la tendréis en el próximo ;)
      Muchas gracias cereza ^^ Besos

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  3. opino lo mismo que cereza21! que aparesca Alan y manden a la hoguera al padre de Sheila! y también a Claudia si no es ella la que fue a buscar a su amiga!.
    DIOS!!! tu historia se esta poniendo muy interesante quiero saber más, voy a morir de la intriga si no subes pronto el próximo capitulo!!, Amo tu blog y como escribes!!!, pasate por mi blog, es nuevo y me gustaria que lo vieras: http://elsecretodelachicadeplata.blogspot.com/
    espero que te guste, un besote grande, Lucia

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    1. Muchas gracias Lucia ^^ No sería un mal final la verdad XD No sé cuándo pondré el siguiente, pero espero que sea pronto y así no te morirás por mi culpa ;) Enseguida me paso y te afilio ^^ Un beso

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  4. Pobre chica... El hijodefruta de su padre la abandona a su suerte... Yo le denunciaría a la policía. Y encima la estúpida esa de Claudia no le hace caso... Yo tengo una amiga que se llama Claudia... No me abandonara no? ;) jajajaja! De verdad que espero que solucione su situación, no se, no puede estar vagando eternamente por las calles de Delois... Y Alan... Oh, Alan... Tu crees que la encontrara? Seguro que terminan liados... La cuestión es como... Besos:)

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    1. No creo que tengas que preocuparte por tu amiga ;) jaja No es un buen plan, no; pero ya veremos cómo se soluciona su problema. Espero que Alan la encuentre más bien XD Sino, no sé qué será de la pobre Sheila. ¿Que cómo? Pues comiendo lomo jaja Es broma ;) Un beso Queen A

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