domingo, 30 de diciembre de 2012

Capítulo 51

Buenas tardes :) Hoy os felicito el año nuevo por adelantado
 ¡¡¡¡FELIZ 2013!!!!
Espero que sea un año magnífico para todos ^^ ¿Y qué mejor forma de celebrarlo que con un capítulo? ;) Esperaba haber podido ponerlo antes, pero no pudo ser. Al menos espero que os guste cómo ha quedado ^^ No dudéis en decírmelo en los comentarios (os prometo que no muerden jaja).






- Sheila, ¿me escuchas?

Pasé por alto la pregunta. Sus palabras cayeron a un pozo vacío, oscuro y sin fondo. Giré la cabeza intentando ahuyentar el ruido, aunque no me servía de nada. Era bastante molesto. Me levanté (ni siquiera recordaba haberme sentado) y caminé unos pasos para alejarme de él. Tal vez así lograra apartar su voz de mis oídos.

- ¡Sheila, por favor, respóndeme!

Un par de pasos más. Creí haberme librado de esa perturbación de mi mundo gris, pero no, seguía allí. Me paré de golpe. ¿Sería posible que fuera… él?

- Sheila, Sheila… por favor, sólo te pido que me digas algo. Lo que sea.

Despegué mis labios y cogí aire. ¿Cuándo había sido la última vez que lo había hecho?

- ¿Estás bien? – apenas susurré. Mi garganta se sentía resentida y oxidada, como si necesitara un poco de aceite para poder volver a funcionar.

- Dios mío, Sheila. – Noté un brazo a mi alrededor, pero no intenté escapar de él. Al contrario, era una sensación cálida muy agradable. Cogí aire lentamente. – Claro que estoy bien. Gracias a ti estoy perfectamente, pequeña. – Le apreté con fuerza hacia mí. No quería que me soltara nunca.

- Le he matado, Alan. Le he matado. – No parecía mi voz. Era demasiado hueca, muerta… Y sin embargo, debía reconocer que no tenía voluntad de modularla de otra manera.

- Olvídalo, Sheila. Ya ha pasado todo…

- Pero yo…

- Tú me has salvado la vida. Nada más importa.

Cerré los ojos con fuerza. Aún tenía el recuerdo de sus ojos aterrorizándome. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Me estremecí. Alan lo notó y me dio un beso en la coronilla.

Observé por primera vez dónde nos encontrábamos. No reconocía el lugar. Era un cuarto de baño oscuro con suelo de baldosas grises y blancas. Había un espejo colocado frente a nosotros, pero no supe quién era la chica que estaba abrazada a Alan. Tan delgada, paliducha y sucia… Luego, caí en la cuenta de que era yo. Me miré las manos. Estaban manchadas de sangre, al igual que la chaqueta y los pantalones. Mis dedos empezaron a temblar, primero ligeramente, después, más notoriamente.

Sus ojos. Sólo sus ojos marrones ocupaban toda mi mente con su mirada de miedo, de pánico absoluto. No podía soportarlo. Apreté los puños hasta clavarme las uñas con merecido dolor y me mordí el labio para no soltar el grito que me quemaba la garganta. No tenía aire suficiente en mis pulmones y sabía qué significaba eso, lo que hizo que mi miedo aumentara todavía más. Alan me obligó a sentarme en el suelo de baldosas y me acunó entre sus brazos mientras me susurraba palabras de cariño las cuales, aunque no conseguían atenuar la sensación de caos y descontrol que reinaban en mi cerebro, debía reconocer que eran mejores que el silencio. Comencé a derramar lágrimas de forma silenciosa y cansada. Dolía. Dolía mucho. Puede que aquel hombre no fuera el mejor sobre la Tierra y que yo había hecho lo que se suponía que debía hacer, pues sólo quería salvar a Alan; sin embargo, no me sentía una heroína, sino la más deplorable persona de todo el maldito planeta.

Cuando logré calmarme lo suficiente para ponerme en pie, me acerqué al lavabo y empecé a eliminar todo rastro de violencia que había en mi piel. Froté con fuerza mis manos, caladas por la sangre de los guantes. Después, seguí de forma metódica con cara y brazos.  Me miré en el espejo al terminar, pero no noté ninguna diferencia significativa. Seguía sintiéndome sucia y ni el mejor baño de espuma conseguiría limpiar mi alma dañada.

Alan me observaba con atención, como si temiera que volviera a desestabilizarme en cualquier momento. Razones no le faltaban. Y eso solo hacía odiarme más a mí misma y a mi insoportable debilidad. Ya no estaba segura de cuál era el primer punto de mi lista, pero seguramente nunca lo sabría, así que dejé que ese pensamiento se difuminara. Mis dedos tamborileaban sin cesar sobre el mármol grisáceo en el cual estaba apoyada y mis ojos no se despegaban del suelo. Noté cómo Alan se acercaba a mí sigilosamente, apoyó su mano sobre uno de mis hombros y me sentí irremediablemente tentada de perderme en su precioso iris de color esmeralda, donde todo parecía menos malo. Hipnotizada por ellos empecé a serenarme. Estaba segura a su lado. ¿Qué podía pasarme?

Ladeé levemente el rostro y nos fuimos aproximando poco a poco hasta que nuestros labios se unieron en un beso de lo más tierno. Una descarga de cálida electricidad recorrió todo mi cuerpo. Mis dedos recorrieron sus hombros, provocando una mueca de dolor en la cara de Alan al presionar sobre su herida.

- Lo siento. – me apresuré a decir. Se me había olvidado por completo. Alan me sonrió quitándole importancia, pero el daño ya estaba hecho. – Lo siento mucho. – Alan me calló con un beso.

- No duele tanto si estoy contigo.

- Eso sólo lo dices para quedar bien. – La sonrisa pintaba nuestras caras de felicidad.

- Puede. – respondió Alan entre risas.  

Cuando nuestras risas se sofocaron, alcé la mirada para contemplar su rostro.

               - ¿Sabes, Alan? Todavía no sé cómo no me fijé antes en ti.

               - Supongo que tenías otras cosas en la cabeza.

               - Sí, supongo que sí. –Intenté recordar a los guardaespaldas que me acompañaban día a día hasta el comedor, aunque, al final, tuve que reconocer que no guardaba en mi memoria ninguna cara en concreto. – Pero me alegro de haber abierto los ojos.

               Alan volvió a unir nuestros labios. Nunca un beso me supo tan dulce como aquél.

               - Yo también.

Me entretuve un par de minutos acariciando sus facciones mientras notaba sus dedos recorriendo mis mejillas. Siempre los sentía como un débil cosquilleo. Me encantaba.

De repente, alguien intentó entrar en el lavabo.

- ¡Está ocupado! – gritó Alan.

- ¡Gamberros, salid de ahí si no queréis que llame al director!

               Alan y yo cruzamos una mirada divertida y rompimos en carcajadas. No podíamos verle la cara, pero seguro que era un viejo verde con ganas de pocas bromas. Pues iba a tener que aguantarse.

               - Lo sentimos, pero sigue ocupado. – me disculpé con inocencia y picardía, dos conceptos que no sabía que pudieran ir de la mano. – Vuelva más tarde.

               - ¡Os vais a enterar niñatos de quién es don Emilio Domínguez de la Palma! ¡Estaréis castigados de por vida! Eso os lo aseguro.

               Emilio Domínguez… Emilio Domínguez… ¿De qué me sonaba? ¡Pues claro!

- Alan, creo que es mi profesor. – dije bajando la voz.

- ¿Qué? – Alan seguía riéndose del viejo y no se daba cuenta de que yo ya no lo hacía. Esto se complicaba.

- Alan, lo digo en serio. Ese hombre es mi profesor particular.

- ¿Estás segura? – preguntó confuso. Asentí con rotundidad. No me hacía falta verle para asegurarlo. Me había tragado demasiados de sus sermones como para no diferenciar esa voz amarga y cansina. - ¿Y qué hace aquí?

- Para empezar, te recuerdo que ni siquiera me has dicho dónde es “aquí”.

- En la Universidad de Delois. Bueno, en una de sus facultades al menos.

- ¿La de Bellas Artes? – Fue un acto involuntario. Automáticamente me reñí a mí misma por estúpida. ¿Cómo podía pensar en el concurso a estas alturas? – Olvídalo. – Alan me miró de reojo, pero no me preguntó por ello. - ¿Le habrán despedido?

- Puede. No he vuelto a tener contacto con nadie de la mansión, así que no lo sé.

- Preguntémosle. – Alan me retuvo por el brazo antes de que pudiera dar un solo paso. Le miré sorprendida.

- ¿Y si le cuenta a alguien que nos ha visto?

- Alan, es una oportunidad de saber qué pasa en la mansión ahora que no estamos en ella. Tal vez nos cuente algo que nos pueda ayudar.

- Eso no podemos saberlo.

- Si no lo intentamos, desde luego, no.

- Es demasiado arriesgado.

- No pienso desaprovechar esta oportunidad. Haz lo que quieras. – repliqué molesta.

- Por favor, Sheila, hazlo por mí. No nos hace falta complicar las cosas más de lo que están, ¿no crees?

Giré la cabeza hacia la puerta. Quizás tuviera razón, pero…

Ya daba igual. No había sido lo suficientemente rápida en decidirme, ya que los pasos del señor Domínguez se oían alejándose del quicio de la puerta del servicio. Mi oportunidad se había pasado. Dejé que el aire saliera de mis pulmones. No sabía muy bien por qué me había afectado tanto la cercanía del matemático loco. Yo le detestaba, no sólo por sus clases, sino por el sitio del que procedía. Representaba el poder que la mansión ejercía sobre mí, el poder de mi padre. ¿Para qué querer saber lo que pasaba allí? Al fin y al cabo, Sheila Johns era una adolescente repudiada sin hogar…

- Sheila, – Al instante, nuestras miradas conectaron. Como otras veces, sentí que se extendían por mis venas una serenidad imposible de conseguir por mí misma y que contrastaba seriamente con el nerviosismo que solía acompañarme desde ya no sabía cuánto tiempo atrás. – es el mejor momento para irnos, antes de que vuelva el profesor con el director.

- ¿Y si no quiero seguir con esto, Alan? – Mis propias palabras me confundieron, pero decidí seguir adelante con mi instinto.

- ¿Y qué vas a hacer si no? – Alan tampoco se creía que hubiera dicho algo así a juzgar por su expresión de desconcierto.

Había dado, sin embargo, con el punto exacto. 

- Quiero irme a casa. – susurré. Me di cuenta de cuán infantil e inmaduro sonaba y, sin embargo, reflejaba a la perfección lo que sentía. El encuentro con el señor Domínguez me había abierto los ojos a un deseo muy profundo.

Quería volver a ver a Samanta, Yolanda, Helen, Carmen, Henry… Quería volver a sentir el camino de losas bajo mis pies y saber que, un poco más allá, me esperaba mi propio paraíso. Quería contemplar un nuevo amanecer frente La cristalera de cristal y fotografiar todos los nuevos secretos que me depararan cada día de mi vida.

Quería eso y mucho más. Pero lo peor era ser consciente de que nada de eso era posible porque, al fin y al cabo, yo carecía de hogar. No tenía ningún lugar al que volver ni personas que esperaran ilusionadas mi regreso. No tenía nada ni a nadie. Todas las esperanzas que se habían ido creando al acercarnos a una remota posibilidad de libertad se habían roto de golpe. Qué ilusa había sido al creer que podría hacerlo. Era evidente que no era fuerte, ni inteligente, ni lo suficientemente buena como para merecerme un milagro como ese.


12 comentarios:

  1. Me chifla, Crispi, sigue así de bien.
    I love this!
    P.D: He subido capítulo 13, ¿te pasas?

    Un beso y nos leemos,
    Catnip
    diamantedelaveta.blogspot.es

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    1. Gracias Catnip ^^
      Supongo que no viste la respuesta que te dejé en afiliados. No puedo ver tu blog por el reproductor de música que has colocado. Es algo que me lleva pasando desde hace tiempo y la verdad es que es una pena porque no puedo ver las entradas que se publican ni hacer nada. Estoy intentando pensar en una solución, pero hasta entonces me va a ser imposible leer tus capítulos o comentar. Aun así, participaré en el concurso. Me las apañaré como pueda
      Espero que lo comprendas :( Otro beso para ti

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    2. Voy a sacar el reproductor: ¡no permitiré que la lectora Crispi no me pueda leer (ahora es cuando la gente saca la conclusión: mentalmente desorientada)!

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    3. Ya está. No hay reproductor. Espero que ahora si que se te cargue.

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    4. Muchísimas gracias Catnip *.* Todavía no me puedo creer que lo hayas hecho por mí. De verdad, muchas gracias. Siento que tuvieras que quitarlo :( Hay otro tipo de reproductores, pero también darán otro tipo de problemas. Las nuevas tecnologías supongo jaja Gracias por todo Catnip y feliz año

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    5. No pasa nada, tampoco hacía mucha falta ;)
      Feliz año nuevo!

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  2. ¡Me he leido todos los capitulos que me faltaban y estan geniales! El beso de Sheila y Alan en otro capitulo me dejo contentisima. ¡Estoy intrigada, quiero ver a donde va a llegar la historia!
    Besos, por cierto, Tania ha subido un adelanto en su blog.

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    1. Me alegro de que te hayan gustado Laura ^^ Aún me quedan muchas cosas por contar en esta historia, así que espero que siga gustándote para entonces :)
      Besos
      PD: Me voy corriendo a leerlo !!

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  3. Me a encantado este cap. como siempre!*.*!me as dejado con la intriga, sin duda lo as escrito mas que bien!como de escritora!
    sige asi!
    Un mar de besos M.T!

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  4. Hola, estas nominada a los 15 mejores blog ^^
    Pasate por diamantedelaveta.blogspot.es

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    1. WOW :O Muchas gracias Catnip!!!! ^^ Enseguida me paso a verlo. Gracias, gracias, gracias :D

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