martes, 6 de agosto de 2013

Capítulo 64

Hola, estoy de vuelta :)

Antes de nada, me gustaría disculparme con todos vosotr@s. Sé que llevo mucho tiempo sin dar señales de vida por el blog y mucho más tiempo aún sin publicar capítulo nuevo. La verdad es que he estado ocupada, pero, para ser honesta, el tiempo libre no ha sido el mayor problema. Necesitaba descansar y buscar nuevas ideas, pues nunca antes me había costado tanto acabar un capítulo. La historia está llegando a su fin y ninguno de los borradores que hago me parecen a la altura del final que quiero contar. Pese a todo, espero poder lograrlo y estar satisfecha de lo que escribo :) Y si encima cuento con vuestro apoyo, estoy segura de que pronto encontraré las palabras que necesito ^^

Así que aquí os dejo el capítulo número 64. Espero que la espera haya merecido la pena cuando lo acabéis ;) Y, por favor, no olvidéis que vuestros comentarios son siempre bien recibidos :D 

Hasta muy muy pronto ;)




La ventana se encontraba entreabierta, permitiendo que una fresca brisa mañanera se colara en la habitación. El alba apenas despuntaba sobre las copas de los árboles, pero eso no parecía importarle a la alegre melodía que, como siempre, intentaba darle la bienvenida al nuevo día de la forma más optimista posible.
 Sus notas también llegaban hasta a mí, quien sentada sobre el alféizar de mi ventana, soportaba como podía su artificial felicidad. La irritante canción que Henry se empeñaba en silbar cada mañana llevaba taladrándome los oídos durante una semana y, sin embargo, todavía no había podido reconocerla, tan lejana en el tiempo debía de ser su popularidad.
Aquel día, intenté ignorarla, sobrevivir con ella como si fuera una banda sonora de una película ajena; no obstante, la melodía nunca antes me pareció tan fuerte. Entraba en la habitación arrastrándose a través de la fina fisura que inconscientemente dejaba abierta el marco de la ventana. Se retorcía, giraba y giraba, subiendo, bajando y subiendo… Respiré su empalagoso aroma sin poder evitarlo ni expulsarlo de mí. Su odiosa alegría se fundió con mis lágrimas y estas surcaron mi rostro a su ritmo, muriendo finalmente en mis temblorosas manos. Entre mis dedos bailaba un papel mil veces arrugado, el cual desdoblé por enésima vez. Creí ver cómo sus letras también danzaban a su son, esclavas de su veneno, pero no necesitaba leerlas, pues sus palabras se habían grabado en mi mente con el mismo fuego que la insistente canción de Henry.
              
Sheila, sé que esta caja ha llegado a tus manos. Considéralo tu regalo de cumpleaños, ya que no pudiste asistir a tu propia fiesta.
Sólo quiero que sepas que esta sigue siendo tu casa y nosotros, tu familia.
E. L. Johns

Cerré mi puño con crispación y, cual director de orquesta, la canción se extinguió, dejando en el aire sus últimas notas. Mis lágrimas también cesaron, aunque no fue así con la enorme presión que oprimía mi pecho. Me estremecí. Cualquiera hubiera pensado que había sido la brisa, el frío viento de la sierra que cortaba la respiración al amanecer, mas yo sabía que no era el culpable. No, lo que a mí me atormentaba era la decisión que había tomado. El cambio que se avecinaba. El plan que había elaborado para ello. La despedida ya no tenía vuelta atrás, pero jamás nadie la escucharía.
Me levanté de mi lugar habitual frente al cristal del cuarto y, a pesar del temblor de mis rodillas que amenazaba con desequilibrarme, llegué hasta el armario, el cual abrí. El dejà vu no tardó en darse, pero lo ignoré y saqué la pequeña caja de madera de su escondite. La llevé hasta la cama y me arrodillé frente a ella. ¿Cuántas veces había hecho aquel gesto? ¿Cuántas lo habría hecho mi madre? Mamá… Cerré los ojos y vislumbré su rostro, un puzzle reconstruido gracias a mis recuerdos de la infancia. Imaginé su voz, su sonrisa, la calidez de sus brazos, sus palabras aún susurraban en mi mente. Un último te quiero de mi familia. Mi verdadera familia, la perdida.
Quité el pequeño candado del cierre y abrí la caja. Sus bisagras apenas emitieron sonido alguno, lo cual, lejos de tranquilizarme, me inquietó todavía más. Sin embargo, algo parecido al alivio remplazó cualquier temor cuando lo vi.
Allí estaba mi collar, mi preciado colgante con forma de hoja. Acaricié el frío metal antes de acunarlo en la palma de mi mano. La luz del alba era fría y muerta, pero algunos finos rayos alcanzaron su superficie, haciendo que mi precioso colgante reluciera tímidamente, como si temiera exponerse al mundo. Me deleité con sus característicos brillos esmeralda mientras lo giraba entre mis dedos. Destellos que se parecían mucho a… los suyos…
Mi propio pensamiento me dejó aturdida, pues no quería recordar cuánto añoraba sus ojos… No ahora que había elegido un camino que se alejaba de ellos. No ahora que él había decidido alejarse de mí.
Y aun así, seguía sin poder culparle. Como tampoco culpaba a Samanta y Lucía por abandonar nuestras charlas. O al caballeroso Henry por no volver a visitarme. O a mí misma por no ser capaz de compartir mis secretos. No, nadie era culpable de lo había ocurrido y, al mismo tiempo, todos lo éramos. Todos habíamos perdido por el camino el más importante de los significados: ser una familia. O quizás, simplemente, nunca habíamos llegado a serlo.
Fuera como fuese, allí acababa todo. Estaba dispuesta a salir a buscar el verdadero significado de esa palabra. Y lo encontraría. Recuperaría la confianza.  Dejaría de estar sola. Sería una Johns.
Volvería a la mansión.
Mi collar ya colgaba en mi cuello, el lugar al que siempre había pertenecido. Cerré la caja, dejando en su interior la pulcra y estilizada letra de mi padre, sus palabras, su promesa; después, la devolví al armario. Antes de salir, miré por última vez a mi ventana. Mi mundo siempre había sido como aquella ventana, un cristal que me separaba de todo, una barrera que reducía mi visión y me dejaba prisionera; pero no hoy. Hoy saldría de mi prisión y probaría la aterradora libertad. Hoy dejaría atrás sus pesadillas y su paz para salir al encuentro de nuevos miedos y otros que no lo eran tanto.
El chasquido de la puerta fue la única confirmación que necesitaba para asegurarme de que todo había empezado a cambiar.
El silencio inundaba el pasillo desierto. Un silencio denso que mantenía estático el aire y que te sumergía en una espesa nube de tranquilidad puramente irreal. Di un paso hacia adelante y la madera crujió amenazadoramente bajo mi pie. Me detuve. Miré a un lado y a otro, notando cómo la tensión crecía y crecía con cada uno de mis ensordecedores latidos. Bum. Bum. Bum… Lo oían, debían de estar escuchándome tras las puertas, esperando el momento justo para abalanzarse, gritarme, pegarme, encerrarme… ¡Estaban allí! Sin embargo, por mucho que intentara agudizar mis sentidos, no captaba ninguna señal que les delatara. “Duermen, sólo duermen. Es normal siendo tan temprano”, traté de tranquilizarme; no obstante, contuve el aliento con mi siguiente paso, y con el otro, y el de después. Apenas respiré un par de veces mientras me deslizaba por el principal y único pasillo de la casa, pues no podía quitarme la sensación de tener miles de ojos acusadores a mi espalda, los cuales sólo querían jugar con su presa antes de acabar con ella.
Traidora…
Me tapé la boca para ahogar un grito, pero eso no me impedía seguir escuchándolas.
Cobarde…
Mentirosa…
“¡Callaros!”, ordené en mi mente. Pero sólo conseguí que susurraran en mi oído las palabras que yo no quería escuchar, las que sólo defendían la verdad.
Pasé de largo el cuarto de baño y continué hacia el comedor. Una vez allí, me aseguré de que no había nadie antes de cruzar el pequeño salón. Mi vista se detuvo por un segundo en un aislado bloc de notas que esperaba abierto a su próximo escritor. ¿Y si estaba esperándome a mí? Un bolígrafo de lo más corriente descansaba sobre él, tentador, muy tentador para mis ojos. La página en blanco pareció brillar durante un instante y por mi mente cruzó una palabra: adiós. Un simple y quedo adiós que podía significarlo todo.
En lugar de eso, caminé aún más deprisa hacia la puerta principal mientras repetía a coro una y otra vez: “cobarde, cobarde, cobarde”. Una vez en el estrecho recibidor, descolgué las llaves de Lucía y las introduje en la cerradura. Su repiqueteo metálico rebotó en las paredes y en el techo, elevándose en el aire como si quisiera delatarme cuan fugitiva. Terminé de darles la vuelta mientras maldecía aquel ruidillo que no hacía sino ponerme cada vez más nerviosa. Y, por fin, pude abrirla.
Alivio, eso fue lo que sentí. Un gran alivio que llegó a mí cuando cogí una bocanada del aire fresco de la mañana intentando saborearlo al máximo. Hasta mi mente se permitió un pequeño descanso, dejándome disfrutar del momento sin la compañía de mis malvados fantasmas.
- Buenos días, Sheila. ¿A qué se debe el placer de verla levantada tan temprano?
El aire se escapó de mis pulmones con una velocidad imposible. Mi corazón se detuvo, dejó de latir en mi pecho y, de repente, se lanzó en una alocada carrera, bombeando sangre a unos músculos que no podían moverse. Mi mente se quedó en blanco, absolutamente bloqueada ante la visión que mis traicioneros ojos le devolvían.
- ¿Sheila?
Mi boca se abrió, pero ningún sonido salió de ella, tan enmudecida como lo estaban mis pensamientos. Y, de pronto, sólo quise hacer una cosa: correr. Pero, ¿por qué no me movía? Una lágrima de impotencia rodó por mi mejilla. Estaba tan cerca de lograrlo…
- No… No puedo creerlo… - Mis palabras fueron apenas un susurro hablado entre dientes que confundieron al caballeroso Henry, quien me cogió con delicadeza del brazo para intentar devolverme al interior de la casa. Un resorte saltó en mi cabeza cuando comprendí lo que eso significaba y me solté con brusquedad. – No puedo volver ahí dentro, Henry. No voy a hacerlo – Realmente, no supe a quién de los dos intentaba convencer.
- Sheila, no creo que…
- Tú no lo entiendes, Henry – dije con voz trémula. – Tengo que irme.
- ¿Irse? – preguntó estupefacto. - ¿Cómo que irse? ¿Adónde? No hay lugar más seguro que este.
- Tengo que irme – insistí, sabiendo que era inútil intentar transmitirle al jardinero mis enmarañados pensamientos.
Este me miró, pero no dio sin señales de querer añadir nada más. Yo, por mi parte, traté de mostrarme segura y decidida a pesar de tener poca experiencia al respecto. Ninguno de los dos se movió mientras evaluábamos al otro. ¿Y si Henry ocultaba algo? ¿Y si estaba hablando con el que me había traicionado? ¿Y si me traicionaba ahora?
- ¿Por qué no nos sentamos y conversamos más tranquilamente, Sheila? Seguro que podemos llegar a un acuerdo – ofreció Henry lo que me parecieron horas después. Sin embargo, ambos sabíamos que sólo pretendía hacer tiempo mientras el resto se despertaba y se unía a nosotros. No podía consentirlo. Si eso pasaba, jamás podría salir de aquella prisión. Jamás. Esta era mi única oportunidad. Era ahora o nunca.
- No, Henry. No voy a volver – repetí al mismo tiempo que daba un paso hacia la escalera del porche. El jardinero me siguió con la mirada, pero no intentó detenerme en esta ocasión. – Lo siento.
Le miré a los ojos, aquellos ojos cansados que tanto habían vivido y, probablemente, sufrido. Su gesto se torció, como si quisiera hacer algo pero no se atreviera a dar el último paso. Y entonces, lo supe; no iba a traicionarme, nunca lo había hecho. Él era el que me había tendido la mano cada vez que me veía caer, el que estaba siempre allí para ayudar, ya fuera a flores o a una niña tonta que no sabía lo que hacía. Como en ese momento.
- Por favor, Henry, sólo te pido que no les digas nada. Al menos hasta que yo esté lo suficientemente lejos de aquí.
- Pero… ¿a dónde va? – preguntó.
Dudé. ¿Se lo decía? ¿Confiaba en él? Cerré un breve instante los ojos, dejé la mente en blanco y lo dije:
- A la mansión.
- No – negó con rotundidad, asustándome. – Eso no…
- Lo sé, lo sé – le corté con nerviosismo, - pero tengo que ir… tengo que… que… - Me tomé un segundo para recuperar la fuerza, pero había perdido la poca voluntad que me quedaba. Volví a cerrar los ojos, sabiendo que podía haber cometido un tremendo error. Sólo me quedaba esperar mi veredicto del que podía elegir ser mi verdugo o mi ángel de la guarda.
- No irá sola. Monte en mi camioneta y espéreme allí.
Al principio, no me atreví a abrir los ojos, pero cuando comprendí que no me mentía, una nueva lágrima cayó.
- Gracias – susurré, aunque dudo de que llegara a escucharlo, pues prácticamente me encontraba sin aliento.
Cuando, por fin, reabrí mis párpados, Henry ya había desaparecido en el interior de la casa. Miré a mi alrededor, buscando nuevos ojos que me estuvieran vigilando, pero me encontraba completamente sola. Extrañamente, sentirme despojada de cualquier compañía, aunque fuera de mis pesadillas, me hizo sentir vacía. Empecé a tiritar, percatándome de que la mañana era fría y yo sólo llevaba ropa fina de verano para contrarrestarlo. Sin tener ningún motivo para demorarme más, volví a ponerme en movimiento con la esperanza de que el interior de la camioneta fuera un poco más cálido. Como si se hubieran aliado, la gravilla también crujió a mi paso, lo cual provocó que mis músculos volvieran a tensarse; sin embargo, seguí rodeando la casa hasta encontrar la vieja camioneta de Henry que se encontraba aparcada en uno de los laterales del edificio.
               Cuando miré hacia la fachada, vislumbré mi ventana. Fue muy raro. La perspectiva desde el otro lado me resultaba demasiado vulgar comparado con mi imaginación. Miré la haya que solía observar durante horas, pero no vi nada especial en ella. Quise acercarme a ella y comprobar el tacto de su corteza, tan fuerte y robusta como lo era en mi mente; no obstante, aún guardaba la suficiente cordura como para reconocer el riesgo que eso hubiera supuesto.
Sin más dilación, me colé en la cabina del vehículo y me acomodé en el asiento del copiloto, tratando de que mi cabeza sobresaliera lo menos posible por el cristal. Así me dispuse a esperar al jardinero, del cual no tuve señales hasta que escuché un silbido irritantemente familiar. Después de cargar algunas cosas aparentemente pesadas en la parte de atrás, se sentó frente al volante y arrancó el motor.

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14 comentarios:

  1. No sabía que tuvieras una historia,que por cierto me encanta,que lo sepas.
    Este es el primer capítulo que leo,pero no dudes ni un segundo que me voy a leer los 63 capítulos restantes.

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    1. Pues sí jaja De hecho, empecé el blog para poder publicarla :P Muchas gracias ^^ Son unos cuantos :S así que ánimo y espero que te gusten y no se te haga pesado ^^
      Muchos besos

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  2. Un capitulo maravilloso, me parece increible la forma en que as desarollado los pensamientos de Sheila, tanto que al leerlo parece los tuyos propios. Me pregunto que pasara cuando valla a la mansion... eso me ha dejado como siempre con gran intriga.
    Por cierto, no se si te lo e comentado antes, pero tu historia es incluso mejor que algunos libros que e leido y me encanta.
    Si alguna vez consiges publicarlo como un libro no dudes en que lo compraria ^^
    Besos M.T

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    1. Muchas gracias MT ^^ Es un gran halago :) Como comprenderás, lo que va a pasar es un secreto ;) pero puedo decir que va a ser... sorprendente :P Al menos eso espero jaja
      Me has dejado impresionada con lo de mi historia *.* Muchas gracias por el apoyo ^^ Eso sería como un sueño hecho realidad, pero de momento no está en mi horizonte convertirme en escritora profesional, sólo es un hobbie del que disfruto ;)
      Muchos besos MT

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  3. ¡DIOS MIO! QUE INTRIGA... Uf me encantaaaaaaaaaaaaaaa. Es que escribes genial los pensamientos y las emociones de Sheila (Que la pobre está pasándolas canutas)... Tanto que absorbe. Quiero tener ya el siguiente, no puedo con esta espera :))
    Espero que las vacaciones hayan ido genial y que te hayan servido de ayuda.

    Bueno, no sé si sabes que tengo nuevo blog... Pásate please.

    http://mividadespuesdelacantilado.blogspot.com.es/

    Un besito, linda.

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    1. Gracias Jane!! ^^ La verdad es que, como diríamos los tributos, la suerte no está de su parte :( La intriga espero que se resuelva pronto con el siguiente capítulo :P A ver si puedo terminarlo en poco tiempo...

      Algo sabía :P Pero no he tenido oportunidad de echarle un buen vistazo, así que mañana me pasaré y te dejo un comentario ;)
      Otro beso para ti ^^

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  4. Pff Crispi... escribas lo que escribas tienes un don de dejar a una persona maravillada! Es cierto que se necesita pensar y meditar todo lo que queréis representar en tus escritos, y espero que el tiempo haya valido la pena para el final que piensas, que tengo por seguro que va a ser increíble!
    Me encantó el capítulo :D
    PD: quería que supieses que sí compré Hermosas Criaturas; aún no lo leo, pero cuando lo haga te comentaré por ahí cuál fue mi opinión. Gracias por tu recomendación.
    Miles de besos de mí para ti :33

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    1. Gracias Meena ^^ Yo también espero que valga la pena :S Me esforzaré para dejarte maravillada otra vez ;)
      Respecto al libro, no hay de qué, Meena :) Que aproveche la lectura y ya me contarás ;)
      Besos

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  5. no puedo creer que despues de todo este lio Sheil vuelva y la mansion. ¡y su papa que cara rota que es! la abandona despues de salir del hospital y le dice que no vuelva y ahora le manda esa nota? pero, ¿quien lo entiende a ese tipo?
    me gusto mucho el capi, sobre todo la forma en la que describiste como se sentía Sheila, creo que mi corazon latia tan rápido como el de ella de los nervios de ver si la atrapaban, jajaja
    Espero que puedas poner pronto el próximo capi, ya quiero saber que va a pasar cuando Sheila llegue a la mansion!!!
    Besos!

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    1. Hola Lu!! :) Yo creo que en el fondo Sheila siempre ha querido volver, pero tenía demasiado miedo para hacerlo. Si es lo correcto o no lo comprobaréis dentro de poco ;) Todas esas señales contradictorias de su padre tienen un por qué... Entenderéis a ese tipo ;)
      Muchas gracias Lu ^^ Mientras no os de un infarto, yo estoy contenta :P
      Voy a empezar hoy a escribir el capi, espero que esté listo la semana que viene :)
      Besos

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  6. Pero bueno ¿esta Sheila se volvió tonta de no salir de la habitación? Su padre la abandonó al salir del hospital y ahora ella quiere volver... que raro. Bueno pensándolo bien igual tiene un motivo oculto como matar a su padre(vale no, soy un poco bestia) pero es que encima le manda una nota en plan bien ¿Y todo lo que le hizo? Pero si hasta le pegaba.
    Lo que si que tengo que decir es que los sentimientos de Sheila están escritos de una manera que es como estar dentro de la historia sintiendo lo que ella siente.
    Estoy desando leer el siguiente para ver en que acaba todo ese viaje, y aunque tardaras en publicar el capítulo está perfecto^^
    Besos ;)

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    1. Hola Ana :) Como tú dices, es raro :S Me gusta tu teoría Ana jajaja ;) Motivos no le faltan para querer hacerlo eso seguro :P Pero las cosas siempre pueden cambiar...
      Muchas gracias ^^ Para mí llegar a transmitir es lo más importante y lo más difícil, así que es un gran cumplido :D
      Gracias de nuevo Ana ^^
      Besos

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  7. Me he leido los 63 capítulo en una tarde! Me tienes muy pero que muy enganchada a tu historia, yo tambien escribo una.
    http://graciaxhacermefeliz.blogspot.com.es/
    ¡Sigue asi! Aqui tienes a otra seguidora más:)
    Saludos!

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    1. En serio?!! :O Wow no sé si yo hubiera podido ponerme al día en una sola tarde :P Supongo que eso significa que te ha gustado ^^ Me alegro :)
      Muchas gracias por seguirme!!! :D Eres la seguidora número 35 Buen número ^^ Gracias de nuevo :)
      Besos

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