Muchos besos ^^
En mitad de la noche, me desperté. Sentí cómo el recuerdo
del sueño que había tenido se difuminaba, como se diluye un azucarillo en el
agua. Mi corazón rebotaba bruscamente en mi pecho y yo no sabía por qué. Miré a
mi alrededor en busca de lo que me había despertado, pero nada de lo que me
rodeaba me llamó especialmente la atención. Todo parecía en calma. Alan estaba
tumbado muy cerca de mí, de espaldas a mi posición.
- ¿Alan? – le llamé en un susurro. No me respondió, por lo
que supuse que dormía.
De repente, oí un ruido. Casi di un bote en el sitio. Traté
de localizar la causa de mi estado de alerta sin resultado alguno, lo que me
puso aún más nerviosa si cabe. Sólo podía escuchar el soplo del viento, el cual
me hacía estremecer en el frío de la noche. La oscuridad era absoluta, a
excepción de la tétrica luz de luna que, si bien iluminaba poco, daba al bosque
un aire siniestro.
Lo volví a oír. Parecían ramitas que se rompían con un
quedo crujido. “Seguro que sólo es un animal inofensivo, duérmete y mañana será
otro día”. Lo malo era que convencerme a mí misma no era uno de mis puntos
fuertes y no creí mis propias palabras. Al contrario, mi imaginación se vio
avivada por miles de aterradoras criaturas nocturnas con sed de sangre. Hasta
el suave balacear de las hojas sobre mi cabeza empezó a resultarme extraño, más
parecido a chirridos escalofriantes que al relajante susurro que me encantaba
escuchar durante el día. La noche lo había cambiado todo. Mi oído se agudizó en
busca de peligros y comencé a captar los ululatos de los búhos nocturnos, el
agua correr del río próximo, la respiración de Alan y la mía propia. Mi
corazón. Un escalofrío empezó a formarse en el principio de mi columna y fue
subiendo hasta hacerme temblar por completo, aunque no supe si de frío o de
terror. Eché horriblemente de menos el fuego, aquella pequeña fogata que había
logrado hacerme entrar en calor, que me había acompañado y dado un hogar
durante la cena. Ahora, sólo quedaban sus cenizas mientras la fría corriente de
aire me arrebataba incluso su recuerdo.
Había visto amanecer en otras ocasiones, pero esta fue
especial. Cerré los ojos para sentir la tímida luz que conseguía llegar a mí
filtrada por las copas de los robles. Fue como desconectar del mundo por unos
segundos y ser, al mismo tiempo, consciente de formar parte de él. Respiré con
gran alivio y miré al bosque de forma diferente. Volvía a ser el que tanto me
gustaba. Sonreí. Me sentí tremendamente estúpida, pero contenta. ¡Había
sobrevivido! Ningún bicho se había abalanzado sobre mí para devorarme, ni
ningún sicario de los Sword nos había capturado. Estábamos a salvo.
Zarandeé suavemente a Alan para intentar despertarle, pero
su expresión no cambió ni un ápice. Empecé a moverle con más insistencia a la
vez que mi miedo iba en aumento.
- Alan, despierta. ¡Despierta! ¡Vamos, arriba!
- No quiero mamá… - ¿Qué? Estaba tan sorprendida que ni
podía reír.
Alan rodó sobre sí mismo, con tan mala suerte que apoyó
demasiado peso en su hombro y abrió los ojos por el dolor. No reproduciré sus
palabras, pero dejémoslo en que no fueron bonitas…
- ¿Estás bien, Alan?
- Sí, tranquila. ¿Qué hora es?
- Ni idea, pero acaba de amanecer, así que pronto.
- Y tanto. – Se incorporó un poco y, aunque intenté
ayudarle, se apartó de repente. – Supongo que deberíamos ponernos en marcha
cuanto antes, ¿no?
Asentí, demasiado molesta para hablar. Ni siquiera sabía
cómo interpretar su distanciamiento. ¿Qué había hecho yo? Podía pensar en
merecerlo, pero no en desconocer el motivo. Aun así, no me planteé
preguntárselo, demasiado para mi orgullo. Sin decir nada más, me levanté y
caminé con cierta dificultad debido al entumecimiento hasta el río. Sabía dónde
estaba más o menos porque lo llevaba escuchando durante demasiadas horas. Y no
me equivoqué.
Era más bien un riachuelo con pretensiones, más pequeño que
el río de mi refugio, aunque tampoco demasiado. Me arrodillé al borde y me
limpié la cara con su agua helada, la cual me despejó al instante, borrando
parte del cansancio. Lástima que no borrara también mi mal humor. Me quedé allí
un rato más, mirando el reflejo que me devolvía el riachuelo. Tantas veces
había hecho ese mismo gesto en mi refugio…
Me levanté como movida por un resorte y me alejé; quería
poner distancia con mis recuerdos, verlos desde tan lejos que parecieran hormiguitas
sin importancia. Y por eso me reuní con Alan, buscando en él mi presente; sin
embargo, no me saludó cuando volví a su lado. Tal vez, ni siquiera se hubiera
dado cuenta de mi ausencia. Él mismo parecía estar muy lejos de aquel lugar.
Aún no había regresado y no sabía cuándo lo haría. Rabia. Sentí rabia. Por
poderle coger de la mano, pero no sentir su fuerza. Por mirarle a los ojos y no
ser vista. Por hablar y no recibir una respuesta. Intenté controlarme y no
gritar; no se lo merecía. Debía ser paciente y esperar a que él estuviera
preparado para volver a la realidad y tomarse un descanso.
Con esta idea algo más optimista, comencé a caminar hacia
la dirección que me indicaba la brújula, fuera cual fuese mi destino. No
pretendí emprender una conversación con el vacío Alan, pues no quería hacer
crecer mi frustración. No obstante, era inevitable que tuviéramos que hablar,
ya que de mis instrucciones dependía su equilibrio. Y era en esas ocasiones, en
las que yo me daba la vuelta, trataba de sonreír y él respondía con
monosílabos; en las cuales yo creía que iba a perder el control y abofetearle
para que despertara de una vez por todas. Yolanda estaba muy lejos de nosotros,
su hermano aún más y nada había que pudiéramos hacer, sólo seguir adelante. Y
sí, me daba cuenta de la ironía del destino, pero no por ello me sentía mejor.
Ya era por la tarde y empezaba a subir la temperatura,
dando un adelanto del cercano verano. Estaba muy cansada, exhausta y
hambrienta. Mis pisadas cada vez eran más pesadas, cada vez me costaba un
poquito más levantar los pies del suelo y avanzar. Tampoco el bosque me lo puso
fácil. Estábamos subiendo un monte y la inclinación se agudizaba con cada
metro. Habría dado un rodeo de haber conocido la zona y tener más tiempo, pero
no disponía ni de una cosa ni de la otra, así que me guardé mis malos
pensamientos y subí. Alan no puso objeción ninguna, aunque tampoco lo habría
hecho de saber por dónde iba.
Ya no podía obviar que el cansancio hacía mella en mí. Mi
vista se borraba por momentos y apenas podía respirar sin sentir una quemazón
en mis pulmones. Pero seguí. Prefería moverme, pues odiaba quedarme quieta.
Seguí, caminé, me tropecé más de lo normal, me desorienté, volví al camino
correcto y lo abandoné demasiado pronto. Y entonces, todo empezó a dar vueltas.
Tuve que apoyarme en el tronco más cercano para no caerme, pero el mundo no se
quedó quieto. Era como sumergirse en una enorme bola de colores saltarines que
no me permitía pensar ni respirar. Me desplomé en el suelo en busca de más
estabilidad y poco a poco, todo volvió a la normalidad y mi cabeza dejó de
vibrar. Me quedé unos segundos más allí, tumbada en el duro suelo de tierra,
tratando de comprender qué me había pasado y, al mismo tiempo, olvidarlo. Me
levanté con extrema lentitud, pero las piernas ya no me respondían y volví a
caer. Mis ojos escocían y mi garganta quemaba por la sed. No podía llorar ni
gritar, ni tenía fuerzas para nada. Cerré los ojos.
- Sheila, tranquila, estoy contigo… Estoy contigo. – Juro
que traté de sonreír, pero no me salió. Estaba cansada de fingir que estaba
bien. Tan cansada… - Mierda. Espera, Sheila, no te muevas. – ¿En serio pensaba
que me iba a mover? Qué idiota. No abrí los ojos cuando sentí mis labios
húmedos. – Vamos, bebe. – Esta vez, le hice caso, aunque casi me ahogo. Me
incorporé y vomité lo poco que había en mi estómago. Después le arrebaté la
botella de las manos para intentar sacar ese asqueroso gusto ácido de mi boca.
- ¿Mejor?
- A buenas horas te das cuenta de que existo. – Alan me sonrió
y yo elevé las comisuras de mis labios como un acto reflejo.
- Lo sé, perdona.
Cerré los ojos y reí. Dolía un poco, pero reí porque no
quería estar enfadada con él. No podía culparle por tener muchos recuerdos del
pasado, aunque me lo hubieran arrebatado durante tanto tiempo. Si algo me había
enseñado él era a dejar de lado todo lo que te hunde en el barro y continuar
adelante por mucho que te cueste avanzar entre la lluvia; sin embargo, a veces
era tan difícil salir... Nadie mejor que yo lo comprendía, así que reía,
contenta de tenerle de vuelta conmigo. Por una vez, quería vivir mi presente y
en él lo único que cabía era felicidad por saber que estaba a mi lado.
Dejé que Alan me ayudara a incorporarme y me quedé sentada con
la espalda apoyada en uno de los tantos robles, no sin antes desprenderme de la
pesada mochila. Alan la abrió y me tendió una pequeña ración de sopa y unas
galletitas que comí sin quejas. Yo empecé a dar cabezadas sin poder disimularlo
por más tiempo.
- ¿Has dormido algo esta noche?
- No mucho – reconocí con vergüenza.
Se acercó a mí y yo apoyé la cabeza en su regazo, tal y
como hice la noche anterior. Después, me quedé dormida gracias a la seguridad
que me transmitía. Había vuelto conmigo y no quería dejarle marchar. Lo último
que recuerdo es que le dije: “Te perdono”.
¡Muy bonito!
ResponderEliminarMe encanta el final... te perdono. Me gusta. *-*
¿Podrías participar en mi concurso de Carbón en las Venas? carbonenlasvenas.blogspot.es
¡un besazo!
Y a ver si subes más dibujos... que me chiflan!!
Gracias Catnip ^^
EliminarAhora mismo estoy aprendiendo a utilizar un programa de retoque de fotos y auqnue se me da un poco mal creo que participaré :) En cuanto a los dibujos, lo malo es que requieren un tiempo que ahora mismo no me puedo permitir :( Intentaré subir alguno de vez en cuando, pero el problema es ese, el tiempo.
Besos
Por cierto, estás nominada a unos premios en Diamante de la Veta :)
EliminarMe encanta Alan!!!!!!!!!!!!*-* estaba un poco despistado, y pobrecilla Sheila, pero ahora todo esta bien...y hacen una pareja perfecta! la ultima parte ha sido preciosa! espero que sigan asii siempre!
ResponderEliminarBesos de tu mayor fan :D M.T
Aquí está empezando a nacer un amor por Alan que no me esperaba XD Lo que está claro es que aunque les pase de todo están ahí siempre ^^
EliminarMi mayor fan?? Cómo mola!! :D Besazos
Hola!!!!!!!!!!! Ya estoy completamente al día en tu historia, que como sabes me encanta jaja así que ahora ya puedo cumplir mis amenazas si es necesario...
ResponderEliminarHay es que son tan monos, aunque Alan en este capítulo parecía medio retrasao la verdad jaja por cierto cuantos años tiene más o menos??
Besos, Ana Grey ;)
Hola Ana ^^ Me alegra un montón leer eso :) Espero que no se te hiciera muy pesada la lectura, aunque ahora empiezo a tener un poquito de miedo :S jaja
EliminarAlan tiene unos veinte años más o menos al igual que Yolanda y Diego
Besos
Hola. Sí, soy la desaparecida de Jane JAJAJAJA
ResponderEliminarMe encanta, siento no poder pasarme tanto como quisiera. Está genial, creo que ya te lo he dicho.
PD: Enamorada de Alan.
Un besito, cielo :) Y Capítulo 12.
Ahora eres la encontrada jaja Me alegro de que te encante ^^
EliminarY creo que no eres la única que está enamorada de él ... XD
Otro beso para ti
PD: Lo leí ayer pero era muy tarde y no te dejé un comentario. Enseguida me paso ;)