sábado, 10 de noviembre de 2012

Capítulo 47

¡¡Estoy de vuelta!! Qué bien sienta poder escribiros de nuevo ^^ Me alegro mucho de haber encontrado un hueco para deciros esto: ¡HAY CAPÍTULO!!! Sí, depsués de... ¿una semana?, ¿dos?, !la historia de Sheila continúa! Espero que la espera no se os haya hecho muy larga y que disfrutéis de éste. Muchas gracias a todos los que habéis seguido entrando en el blog a pesar de no haber novedades. Es muy importante para mí.
Hasta la próxima :)

PD.: Lucía, aquí está uno de tus regalos como ganadora de mi concurso ;)






 
Intento correr; no puedo. Estoy huyendo, sé que huyo. ¿Pero de qué? Atrás voy dejando puertas cerradas, un pasillo eterno lleno de ellas. No me detengo. Sigo corriendo, pero no soy lo suficientemente rápida. Se está acercando. Noto su aliento en la nuca, sus manos están a punto de alcanzarme y ya rozan mi espalda.

De repente, la escena cambia y me encuentro en una sala completamente blanca, tanto que deslumbra mis ojos. Alguien o algo aporrea la puerta. Quiere entrar y no puede. Grito. ¡Que no entre! ¡Que no entre! Demasiado tarde…


Me desperté sobresaltada. ¿Qué había sido eso? Mi corazón latía desbocado, como si aún tuviera el instinto de salir huyendo. Giré la cabeza, Alan se estaba desperezando y me miraba con  curiosidad. “¿Qué le digo?”.

- No pasa nada, Alan. Sólo era una pesadilla. – le susurré. Por única respuesta, Alan emitió una especie de ronroneo adorable y volvió a cerrar los ojos. Sonreí. Era tan mono… Acaricié uno de sus mechones morenos, haciendo que sonriera en sueños. Probablemente ya no fuera consciente del mundo real, pero notaba que yo estaba con él y era una sensación muy agradable.

Me recosté en mi lado del colchón con cuidado de no despertar a mi bello durmiente, aunque nada parecía capaz de lograrlo en esos momentos. Intenté volver a dormirme. Cerré mis párpados y acompasé mi respiración con la de Alan y relajé mis músculos. Todo era en vano. Incluso empecé a contar ovejitas, pero lo tuve que dejar cuando ya había alcanzado las 150. Decidí entonces que me mantendría quieta esperando que Alan se despertara, mirándole como única distracción. Sin embargo, cada vez tenía más ganas de quitarme las asfixiantes sábanas de encima y vagabundear por la casa. La única pega, y era bastante grande, era que no quería abandonar a Alan. Dejarle solo de nuevo. Separarme de él después de todo lo pasado, del miedo, del cariño, del dolor, de la tranquilidad…

Muchas respiraciones después, comprendí que quedarme allí era inviable. Necesitaba moverme, sentir que mi cuerpo funcionaba, que seguía viviendo. Tampoco tenía por qué salir de aquella habitación, ni estaría muy lejos de mi novio. Decidida de que era la mejor opción, aparté las sábanas que nos cubrían y me desperecé. Lejos de Alan y de la calidez de la ropa de cama, tuve mucho frío. Incluso temblaba mientras me dirigía hacia los armarios que, de momento, tanta suerte me estaban deparando. Mi racha, al parecer, seguía, pues encontré una chaqueta vaquera con numerosos bolsillos y forro de lana que, si bien me iba grande de hombros, cumplía de sobra la función de mantener mi temperatura. Suspiré de alivio por volver a sentirme cómoda. Empecé a pasearme por la habitación para desentumecer mis músculos agarrotados sin apartar un solo segundo mi mirada del rostro de Alan, como si pudiera salvar cualquier distancia con ese gesto. Seguía dormido, por supuesto, ajeno a mi ausencia. Verlo allí despertaba en mí una ternura indescriptible y hacía que la felicidad llenara mi corazón. Ojalá pudiéramos ser así para siempre, felices en nuestro mundo imaginario, totalmente indiferentes hacia la realidad que nos rodea, vivir en un lugar donde nuestros mayores deseos y también nuestras pesadillas se hacían posibles.

De repente, un sonido familiar llenó el dormitorio con su llamada estridente y me alejó de mis pensamientos. Alan se despertó de golpe, buscando a tientas la causa de tanto ruido. Me adelanté a él y agarré el aparato. En la pequeña pantalla azul leí un número que reconocí al instante.

- ¿Quién eres? – pregunté nada más descolgar.

- ¡Sheila! ¿Dónde estáis? ¿Estáis heridos? – como sospechaba, la voz al otro lado de la línea era la de nuestra salvadora anónima. De momento, claro.

- Yo he preguntado primero. – contesté suspicaz.

- ¿De verdad es tan importante quién sea? Simplemente soy alguien que quiere ayudaros y en quien podéis confiar.

- Confiaría más en ti si me dijeras tu nombre. – Alan, mientras tanto, se restregaba los ojos con los dedos en un vago intento de mantenerse despierto.

- Está bien, supongo que tienes razón… – Oí un largo suspiro. – Me llamo Lucía Sánchez.

- Así que Lucía Sánchez… - dije en alto para que él también lo escuchara. Su cara se iluminó como un árbol de Navidad. Me quedé totalmente descolocada, muda ante el rápido reconocimiento que Alan había hecho de ese nombre.

- Sheila, pon el manos libres hazme el favor. – me pidió ya completamente despejado.

- ¿Es que este cacharro tiene de eso?

Le tendí el móvil y Alan empezó a toquetear botones hasta que oímos la voz de Lucía salir por los altavoces.

- ¿Seguís ahí? ¿Hola?

- Te escuchamos, Lucía. – contesté a la vez que intercambiaba con Alan una mirada que venía a decir: “Más te vale contármelo después”.

- Menos mal. Ya pensaba que… Bueno da igual. Sólo quería saber qué había pasado ayer. ¿Estáis bien?

- Sí, sí. Los dos estamos bien. Nos dio tiempo a escondernos en el baño y evitar a Karen. Faltó poco…

- Ufff. Menos mal. Creí que no lo conseguiríais.

-  Gracias por el aviso. – continuó Alan. De pronto, me sentí desplazada, como si mi papel en aquella función fuera secundario. Alan seguía mirándome, tal vez esperando que hiciera o dijese algo, ¿me habría olvidado de mi frase? Cambié el peso de una pierna a otra.

- Basta de cháchara. – exclamó entonces Lucía. – Los Sword me pisan los talones y no sé cuánto tiempo me queda.

- ¿Los Sword también te buscan? – pregunté entre curiosa y sorprendida.

- Buscan a mucha gente. Ése es su problema, pero no quiero hablaros de eso. – agregó. Cada vez se la notaba más nerviosa, impaciente o temerosa de que fuera a pasar algo malo en cualquier momento. – Si queréis salir de esa casa vais a necesitar un poco de ayuda.

- No queremos involucrar a nadie, Lucía. – dictaminó Alan con gran contundencia.

- Por desgracia, tampoco hay mucha gente dispuesta a hacerlo.

- Y entonces, ¿por qué nos estás ayudando tú? – Alan me miró un poco molesto por mi pregunta, pero debía comprender que necesitaba saberlo para confiar en ella o no.

- Porque estoy de vuestra parte. – contestó Lucía con firmeza. Realmente, parecía que creyera en sus palabras. Suspiré y asentí con la cabeza. Por esta vez, y porque sus llamadas estaban demostrando ser útiles, decidí que aquella chica nos estaba diciendo la verdad.

- Muy bien, Lucía, ¿qué tenemos que hacer? – Alan me miró sorprendido y orgulloso a la vez.

- Encontrar el plan de huida de la carpeta de Diego.

- ¡¿Le conoces?!

- ¡Sí, claro que le conozco! Pero esa no es la cuestión. Buscadla por la casa, no debería andar muy lejos. Es un gran fichero lleno de papeles y recortes. Lo reconoceréis fácilmente.

- Sí, yo lo he visto. – dije, recordando el  momento en el que Diego había estado enfrascado en sus papeles sin intención de hacerme caso. Cómo olvidarla.

- Bien, eso facilitará las cosas… - Golpes, mucho ruido se escuchó en ese instante al otro lado de la llamada. – Mierda. Todavía no.

- ¡¿Qué pasa Lucía?! ¿Qué es eso?

- Que mi tiempo se ha acabado, Sheila. Buscadla y llamadme si estáis en apuros. Intentaré ayudaros en lo que pueda.

- Es… - La llamada se había terminado. - …pera. Mierda. Se ha cortado.

Alan se levantó y rodeó mi cintura con su brazo, acercándome más a él. Le apreté contra mí. No quería que me soltara nunca.

- Sabes quién es, ¿verdad? – le pregunté aún con la cabeza apoyada sobre su pecho mientras nos mecíamos a un lado y otro.

- Sí. Vino un día a la mansión buscando a una de las criadas. No sé a cuál, pero debía ser muy importante porque lo puso todo patas arriba para encontrarla. Después, se empeñó en que quería verte, así que le pregunté por qué. Lo único que me dijo fue: “Porque sé que me necesita”.

- ¿Que la necesitaba? Pero si no la conozco.

- Lo sé y por eso la eché de la mansión, pero al parecer luego me enteré de que todo el mundo la conocía de otras veces y que, a la vez, ella les conocía a prácticamente todos. Si mis compañeros confiaban en ella, yo también lo haré.

- Pero nunca nos llegamos a encontrar. Si confiaban en ella, ¿por qué no dejaron que me viera?

- Tal vez sólo esa vez quiso hablar contigo, no lo sé.

Guardé silencio, tratando de recapacitar sobre lo que me había contado Alan.

¿Qué hubiera pasado si Lucía hubiera llegado a verme? ¿Qué me habría dicho? ¿Por qué no me lo había contado ahora?


Algo de todo eso no encajaba y, sin embargo, sabía que podía ser nuestra amiga.


¿No me habían dado la espalda todas ellas? ¿No podía ser Lucía otra más de esa lista?
 

Miles de posibilidades danzaban en mi mente y las ideas empezaron a confundirse entre sí. Alan confiaba en ella, la creía.

¿Debía hacer yo lo mismo? ¿Era verdaderamente lo correcto? ¿Nos habría mentido? ¿Sería quien decía ser?


Todas esas preguntas y muchas más afloraban una tras otra como un torrente imparable de dudas e intranquilidad. No estaba convencida de que debiéramos buscar la dichosa carpeta pero, al mismo tiempo, sabía que debía de contener documentos importantes por cómo los leía Diego.


¿Estaría entre ellos un plan para ayudarnos? Y si así era, ¿por qué no nos había dicho nada Diego?
 

Cada vez me sentía más confusa, indecisa entre creer las palabras de Lucía o escapar de allí cuanto antes. Cerré los ojos para concentrarme únicamente en el lento movimiento de nuestros pies. Notaba el peso de su brazo en mi cadera. Su pecho subía y bajaba de forma rítmica. Me sentía segura, cómoda, y mi mente se fue liberando de todas esas liosas ideas y preocupaciones.

¡¿Qué pasa Lucía?!

Le había gritado. Ni me lo había pensado al oír esos extraños ruidos. Porque quería saber si estaba bien, porque me había preocupada por ella, porque temía que le pasara algo. No necesitaba pensar más, mi decisión ya había sido tomada.

- Espero que no le pasa nada. – susurré más para mí que otra cosa.

- Yo también. Pero ya verás como se las arregla. 

- Sí, sabrá cuidarse. – intenté convencerme a mí misma. – Será mejor que nos pongamos manos a la obra. – Levanté la cabeza buscando los ojos de Alan. Estos me transmitieron muchísima fuerza y la promesa de no estar sola. - ¿no crees?

- Sí. – Me besó pausadamente y ambos disfrumos de sentirnos conectados de esa forma casi mágica. Cogidos de la mano, salimos de la habitación a la busca de una carpeta que podía significar un triunfo provisional o una completa derrota. La suerte estaba echada.


7 comentarios:

  1. Holaaa:) me encanta tu blog, la historia es preciosa. Una amiga mia y yo acabamos de empezar y nos gustaria que te pasaras y nos siguieras
    es este: http://lasuertesiempredevuestraparte.blogspot.com.es/
    muchas gracias, un beso enorme!

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    1. Por mí encantada ^^ Enseguida me paso a verlo. Me afiliarías vosotras porfa??
      Besos

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  2. AAAAAAAAAAH! estoy muy feliz! estoy entrando en acción! jajajaja me encanto el capitulo... SI! por supuesto que se cuidarme sola Sheila! ya vas a ver como pateo unos cuantos traseros y sobre todo el de Karen!
    ya quiero leer el próximo capitulo! cuando van a encontrarse cara a cara? espero que pronto, porque tengo muchaas dudas, como, porque Lucia fue a la mansión a buscar a Sheila?
    exijo respuestas! jajaja
    Un besote grande, Lucia.

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    1. Hola Lu!! Me alegro de que te haya gustado ^^ Sí, la verdad es que ya verás como Lucía se las apañará muy bien jajaj
      No sé cuándo exactamente, puede que dentro de poco o dentro de mucho. Ya veremos :P Y en cuanto a lo de la mansión, no puedo contarte nada ;) Tendrás que sumarlo a las cosas que todavía no sabéis jaja Basta con develar un misterio para que salga otro. Paciencia con las respuestas. Todo a su debido momento.
      Un besota grande para ti también
      PD.: Se echan de menos tus capítulos de la chica de plata, pero espero que te estén yendo bien los exámenes :)

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    2. aaah, eres mala! acaso te gusta el misterio? cada vez tengo más preguntas en vez de menos... jajaja
      si yo también extraño escribir, pero lo bueno es que me esta yendo bastante bien en los exámenes, de echo si no me equivoco termino las clases el 24, ya falta poco!
      espero que subas el próximo capitulo dentro de poco!
      Un besote grande, Lucia.

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  3. Hola !!! Genial el capi espero el siguiente , que habra en la carpeta?? Jajajaja bezaso:):;);):)

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    1. Gracias anónimo ^^ Pronto lo descubrirás ;) Espero que os sorprenda :)
      Besos y gracias por comentar :D

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