Veréis hay dos tipos de ex-sufridores de la Selectividad: los que dicen que es lo peor y los que dicen que es lo más fácil del mundo. Os voy a desvelar el gran secreto: los dos mienten. Es igual que los exámenes que haces durante todo el curso, sólo que en un lugar completamente diferente y con más formalidad casi pretenciosa.
Pero empecemos por el principio.
Mis compañeros y yo llegamos al campus de Leganés de la Universidad Carlos III de Madrid con la seguridad de que sabíamos cómo ir gracias a una mini-excursión que habíamos hecho al lugar con unos pocos días de antelación (Por cierto Leganés, gracias por cogeros puente ¬¬) Estaba nerviosa, no os voy a engañar. Había dormido decentemente la noche de antes pero al despertarte te das cuenta de que vas a llevar contigo toooodo el día una vocecita en tu cabeza recordándote a qué te estás enfrentado.
Hay muchas formas de lidiar con un problema de tal magnitud, tantas como personas en este mundo, pero, sea cual, sea siempre debéis recordar que los nervios, aunque inevitables, no pueden impediros demostrar lo que sois capaces de hacer. Por ejemplo, personalmente no me entusiasma repasar antes de un examen y creía que Selectividad no era la excepción, pero lo fue. Por motivos ajenos a mí o no, acabé repasando como una de las tantos estudiantes que se agolpaban en los pasillos y, aunque no me sirvió de mucho, tampoco me arrepiento de hacer lo correcto o lo necesario. Lo importante es estar seguro de uno mismo.
Ya me estoy yendo del tema, ¿verdad?
El caso es que era un 9 de junio de 2015 y allí estaba yo, a punto de enfrentarme al primer examen: Lengua y Literatura. Podía con ello. Además, las apuestas estaban a favor de la Generación del 98 y la novela hispanoamericana, así que no podía ir tan mal.
Claro que fallaron estrepitosamente...
Teatro de antes de guerra y Poesía de posguerra.
¿En serio? ¡Que alguien me presente al que sacó la bolita del sorteo! ¬¬
En fin, no dominaba ningún tema así que, sopesando las dos opciones me decidí por la del teatro. Mi memoria, por suerte, no me falló y salí de mi primer examen con el alivio de quien ya ha roto el hielo y cumple con sus expectativas.
He aquí otra mentira, en cambio, después del primer examen, no desaparecerán los nervios. Es mejor que alguien te lo diga.
A continuación, llegó un examen de Fillosofía en la línea que ya había marcado Lengua, sorprendiendo a todo el mundo preguntando Aristóteles y Rousseau ¡Otro aplauso para los que hacen los exámenes!
Me fui a Aristóteles de cabeza para evitar la política de Rousseau y Marx, dos autores con los que no acaba de congeniar. ¿Y qué recibí a cambio? Un texto para comentar lleno de polémica cuya dificultad todo el mundo quería justificar diciendo que estaba fuera de los textos obligatorios para la prueba. ¡Luciéndose de nuevo, dí que sí! Un rayito de esperanza después, supimos que, aunque los correctores eran conscientes de lo que había pasado, no se iba a tomar ninguna medida especial. Cosa que, en realidad, entendí pues el texto era defendible y, para qué nos vamos a engañar, ningún texto de Aristóteles es fácil, sea obligatorio o no.
Para terminar, Inglés, por si os lo preguntáis, pasó sin pena ni gloria, pues no era ni de lejos una asignatura que me preocupara. Resumiéndolo: me aburrí esperando a que empezara el examen, me alegró ver que podía hacer un texto sobre genética y me volví a aburrir al terminar antes de tiempo. Emocionante, ¿eh?
En cualquier caso, ¡Primer día superado! Todo iba bien.
Ay, si hubiera sabido lo que se me venía encima...
Era 10 de junio y tocaba lidiar con Matemáticas y Física, dos asignaturas a las que di mucha importancia porque A) la primera era la que había puesto como materia de modalidad en la general (donde aconsejan, y aconsejo, poner la asignatura que no os haga suspender pero en la que no seáis brillantes) y B) la segunda, la había estado trabajando bastante y aún así tenía un sentimiento de poder y no poder al mismo tiempo. Las mates son así, me diréis, o te salen bien o no, no hay mucho que puedas hacer.
Pues no salió bien.
Matemáticas machacó la autoestima de muchos. Yo, que no sabía muy bien cómo hacer el ejercicio de geometría y quería evitar las matrices, me metí de lleno en un examen que tenía la que a mí me gusta llamar La Integral del Año. Para los que sepáis un poquito de esto, era una maldita función con dos fracciones, una con polinomios y otra con un logaritmo neperiano en el numerador (¡un maldito neperiano!) que había que derivar e integrar. Completito, ¿a qué sí? Casi hasta me divertí... Casi.
Y Física... bueno, con deciros que a una hora del final de examen cambié de una opción a otra os lo digo todo... Un poco desastre... Un poco bastante desastre...
Tercera revelación: no permitáis que un mal examen os estropee el resto. Lo hecho, está hecho (obviamente jajaja) y no podéis hacer nada para volver atrás. La Selectividad no había terminado. Y sí, tuve una tarde de mierda mientras me preparaba para el último asalto, pero antes de dormirme me dije a mí misma: vas a ir a por ello y a bordar los que te quedan.
No había dicho la última palabra.
Y así llegó el 11 de junio. Mi última esperanza. Primera parada: Química. La llevaba preparada, pero, sin engañar a nadie, había decidido tiempo atrás dejarla un poco de lado para centrarme en... sí, lo habéis acertado: Física. Irónico cuanto menos...
¿Y qué hice?
Lo bordé. Y no es por dármelas aquí de "¡oh, por favor, qué buena soy!", pero lo bordé. Era hasta bonito. Lo expliqué todo, hasta la última fórmula, cada paso que daba y cada resultado... Y cuando terminé, pensé: ¡Así sí joder! (Quitar la palabrota si lo preferís jajaja)
Lo necesitaba, lo confieso. Después de tropezar en mi segundo día, empezar así... Fue todo un alivio y una satisfacción que no puedo describir.
Mi último examen, el broche final de la PAU, fue para mi querida Biología. Me costó decidirme y acabé tirando un poco de corazón y haciendo la opción con el Ébola (una apuesta que sí se cumplió :P) y un problema de genética mendeliana. Ay... Mendel, sabes que te quiero <3 Me metí en jardines que no debía, pero tampoco puedo decir que me fuera mal. Al fin y al cabo, lo importante es defenderse.
No importa lo que te caiga, debes encontrar la manera de sacar adelante el ejercicio como sea. Llevas preparándote para eso un año. Sabes hacerlo. Sólo tienes que empezar a escribir y, sobre todo, utilizar la lógica, créeme ayuda ;)
Y ya está. Terminas. Así, de repente.
¿Que cómo es eso? Pues no me sentí aliviada, ni exultante, ni emocionada... ni siquiera libre.
Me sentí feliz.
Había superado la Selectividad. Seguía viva. Y me daba todo igual si os digo la verdad jajaja Lo había dado todo y ya sólo estaba en manos de los correctores.
He aquí la cuestión, sin embargo. Por desgracia o fortuna, ahí no acaba el sufrimiento. No, señores, te queda una semana por delante en la que más te vale tener la agenda llena hasta en los márgenes porque vas a necesitar tener la cabeza bien, bien, bien ocupada. A mí me funcionó... Bueno, a ratos...
A veces sentía que lo había logrado, otras me dedicaba a pensar en cualquier plan B, porque sí, no tenía ningún plan B (¡Así soy yo! Vivo al límite) y pasaba de estar de los nervios a olvidarme de todo. Confuso cuanto menos...
Montañas emocionales aparte, el viernes 19 a las 9:59 ya estaba preparada para entrar la primerita en la web donde se publicarían mis notas. Mi sentencia.
Estaba tan nerviosa que cuando llegaron las 10:00 en lugar de escribir mi DNI en su casilla yo estaba empeñada en ponerlo donde la contraseña jajaja De cualquier forma, pude acceder a mis resultados y...
Ahí estaba mi media de la fase general: 9,550 sobre 10.
Física y matemáticas destacaban con sendos asquerosos sietes, una marca que, sinceramente, me esperaba. Por otra parte, no conseguir el 10 en Química me hizo torcer el morro, pero le debo mucho a ese examen así que no me oiréis quejarme ;) Y Filosofía... se portaron bien con Aristóteles jajaja
En conclusión, sumando las notas de Biología y Química mi nota era (y es) un
13,35 sobre 14.
Lo había logrado.
Ni que decir tiene que me dio un subidón de adrenalina considerable con saltos por toda mi casa incluidos jajajaja No era para menos :P No necesitaba plan B, podía hacer lo que quisiese. Creedme que no hay mayor satisfacción que tener ese tipo de libertad.
A día de hoy, aún estoy esperando a que la Universidad Autónoma de Madrid me acepte como una de las alumnas que darán clase en sus aulas el año que viene, lo cual, en principio (nunca me gusta quitar la probabilidad) no debería ser un problema aunque supongo que eso es algo que ya os iré contando ;)
Y esta fue mi Selectividad. Con sus subidas y sus bajadas. Conocí a gente nueva (un saludo Sofía jajaja) y me reencontré con viejos compañeros. También pasé muchos nervios, sí, pero surgen al mismo tiempo preocupaciones absurdas como no perder el DNI (un cacho de plástico que de repente parece Dios) o las benditas pegatinas con el código de barras en el que me había convertido (No somos nadie...)
Así que con todavía mucho papeleo por delante, yo me despido por hoy, consciente de que esta entrada ha sido un testamento eterno (que tenía que escribir, por mí) y dispuesta a responder todas vuestras preguntas que me dejéis en los comentarios :) Los estudiantes estamos para apoyarnos unos a otros ;)
Mucho ánimo a todos los que os tengáis que enfrentar a este tipo de pruebas, llámese Selectividad o como sea, y, sobre todo, muchas gracias a todos los que me habéis apoyado. Sabéis que os quiero y que os debo mucho más de lo que vosotros o yo sabremos jamás. Si hay futura doctora, al menos sabré que fue en parte por todos vosotros.
Esfuerzo, es la clave.
Y disfrútalo. Sé que es raro. Pero inténtalo ;) Un año puede pasar muy rápido...
Nos vemos pronto ^^